Disfrutar relajadamente viendo al grupo reunido de una vez más...

Las organizadoras: hábiles en el juego del suspensoe, la intriga, conjugando y mezclando medias verdades de montaña y mar.

¿Y cómo no la doña?, anclaje seguro para llegar a buen puerto, y sus ayudantes de cámara sosteniendo en todo momento el armónico sonido de un vafle a pleno pulmón.

La entrada triunfal a otra época, un territorio de antaño, atalaya de atardeceres, de campos labrados y montes lejanos.

Un bingo infantil o, por qué no, el propio universo nos da la oportunidad de compartir sin rechistar, atenta al buen hacer...

Ummmmmm, qué bien huele, rico, rico.

Enterarme de la genial idea de unos niños colaboradores y el viento despertó su creatividad, siempre tan resueltos: una simple piedra y una hoja.

Ellos con su magia.

Comer, beber, despertar los sentidos del buen gourmet... de la cocina con el corazón.

El baile, testigo de energías ocultas, libres de nolotiles...

Queridas, seguiré compartiendo la magia de estas cenas, compartiendo y conociendo la grandeza que cada una de nosotras esconde.

Gracias por todo, DiE.

Otilia Llorens